Anita Mejía escribiría esta biografía en tercera persona si no estuviera bailando por haber terminado este libro hace unas horas. Aunque también, quienes la conocen en persona, no sospecharían que bailotea una gran parte del tiempo entre dibujo y dibujo. O que puede ser víctima de un "Gran Tilingo" (léase el presente libro) provocado por no encontrar el DVD de la Navidad de Yogui o porque (no lo permita el cielo), Mingus decidió huir a la parte más inalcanzable del librero cuando intentaba darle un beso. Anita, como el personaje de Mejía, recupera la estabilidad emocional con unas botitas mágicas o encaramándose en su silla para dibujar gatitos. Ilustradora del norte (Ensenada, para los metiches), creció con siete perros. Es decir, en su casa había siete perros, no creció con ellos en estado salvaje. Aprendió a dibujar dibujando. Trabujando, dice ella. Una cosa llevó a la otra y ahora está ahí, bailando todavía, mientras este libro se imprime. ¿A quién engaño?, esto de escribir en tercera persona bailando es muy complicado. ¡Babai!
Anita, Karina y Mayte nos muestran cómo disfrutar de nuestro yo virtual y sus cientos de posibilidades, de la forma más segura y divertida.Preocupadas por ver golpizas entre estudiantes en YouTube y las noticias sobre adolescentes suicidas con autolesiones en forma de ballena, presenciar...
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