La amistad de dos niños de apenas un año conectaron a una ilustradora consagrada con una pintora en ciernes…
Entre cambios de pañal, cálculos de horas de sueño, charlas fractales sobre introducción de alimentos, sueño, ”espera que me agacho”, “ay que se cae”…y en medio de toda esa alienación -pasajera- se les ocurrió juntar sobre el papel sus mundos, a ver qué pasaba.
Y unieron los delicados niños en grafito de Noe con los animales pictóricos y coloridos de Marta. Naturaleza e infancia contrastada, contrapuesta pero a la vez fusionada, comunicándose en una única voz, conviviendo en un mismo universo.
El resultado de este proceso son obras de pequeño formato, en las que ponen ternura y humor, además de todo el cuidado. Piezas pensadas para dar calidez a un dormitorio infantil, a un comedor o a una sala de juegos. Compañía poética.
Necesitaban denominar el experimento de alguna manera y buscaron un nombre corto que englobara todo eso. Les vino la imagen de un grillo: se hace de noche, es verano y del silencio emerge el canto de ése insecto.
Este pequeño y enérgico animal evoca en nosotros naturaleza, cielo estrellado, cuentos y risas. Lo metieron en casa para su proyecto de lápices y pinceles, y ahí sigue, acompañándoles y creciendo, como una criatura más.
Esta es la historia de una niña que está cansada de que su papá le cuente siempre los mismos cuentos para ir a dormir. ¿Qué pueden hacer? ¿Contar ovejas? Pero ¿por qué solo ovejas? ¿Por qué no todos los animales del mundo? Todos... ¿todos? ¿Cuántos animales caben en un cuento? Pasad...
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