Alejandro Sawa (Sevilla, 1862 - Madrid, 1909).Viajó a París en 1889 atraído por la vida artística de la metrópoli. Allí viviría lo que siempre consideró sus «años dorados». Durante algún tiempo trabajó para la famosa casa editorial Garnier, que editaba un diccionario enciclopédico. En ese periodo tuvo ocasión de entablar amistad con los principales literatos franceses del Parnasianismo y el Simbolismo, aunque él fue un gran lector del romántico Victor Hugo. Intimó con Verlaine, a quien admiraba mucho, y se casó con una actriz francesa con la que tendría una hija.Su regreso a Madrid fue un tiempo, según propia confesión, estupendo de vulgaridad y grandeza, retratado en algunas de sus novelas de la época: Crimen legal (1886), Declaración de un vencido (1887) o Criadero de curas (1888). Murió miserable, ciego y loco en 1909, siendo admirado por los intelectuales más importantes de su tiempo y dejando inédita la que sería su mejor obra: Iluminaciones en la sombra.
CríticaUn libro sentido y retórico con páginas muy bellas, que acaba de reeditar, en magnífica edición, Nórdica Libros, con una introducción poco feliz de Trapiello. Pero la gloria de Alex Sawa -como le conocían los suyos- será dar vida al personaje más hermoso y sentido y valiente...
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