Antonio Ferres nació en el barrio madrileño de Argüelles en 1924. Con uno de sus primeros cuentos, «Cine de barrio», recibió el Premio Sésamo en 1956, y ahí arrancó una trayectoria en la que acreditó su maestría en diversos géneros. Su primera novela,
La piqueta, fue publicada en 1959. En 1960 se editó, en coautoría con Armando López Salinas y con fotografías de Luis Buñuel, el libro de viajes
Caminando por las Hurdes. Sus dos novelas siguientes,
Al regreso del Boiras (1961) y
Los vencidos (1962), no pasarían la censura y tardarían años en ser publicadas en España. Mejor suerte correría
Con las manos vacías (1964), una recreación narrativa del famoso crimen de Cuenca que le granjearía el Premio Ciudad de Barcelona el mismo año en que, a causa de sus militancias políticas, se vio obligado a emigrar primero a Francia y luego a México, donde daría comienzo una singular trayectoria como profesor de literatura española que habría de prolongarse, ya en distintas universidades estadounidenses, hasta que en 1976, muerto Franco, regresó a una España en la que le costaría reintegrarse. De este desacomodo existencial dejaría buena prueba en la autobiografía
Memorias de un hombre perdido, aparecida en 2002 y que hoy reeditamos. En las últimas décadas de su vida también publicó varios libros de poemas —
La inmensa llanura,
La inmensa llanura no creada y
La desolada llanura— sin abandonar nunca la narrativa. Falleció en 2020, en Madrid, consagrado como uno de los principales exponentes del aquel realismo social que hoy la crítica literaria y el público revisitan con atención y aplauso.