«Era jueves en la tarde y yo estaba en desamor. Releía chats y correos viejos, tratando de perdonarme los excesos y arrepintiéndome de las mezquindades. Me sequé las lágrimas y dije: Se acabó, no lloro más, estoy lista para recibir lo que venga. Juro que a los cinco minutos llamó...
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