Viajero antes que Ingeniero, de pequeño Carlos Escalada escuchaba con interés cuando sus padres contaban las aventuras de abuelos y bisabuelos en América. Cuando acababa, se iba deprisa al mapamundi para saber donde estaban esos sitios de donde le hablaban: Arizona, México, Puerto Rico, Argentina, y se preguntaba cuando podría ir a cada uno de ellos.
El título académico y el inglés, que su padre se empeñó en que aprendiera desde pequeño, fueron los pasaportes para conocer algunos de esos países por trabajo, y la curiosidad y las ganas de conocer mundo y viajar, muchos más. Aceptaba trabajos que le ofrecían con la condición de que por encima del proyecto u obra de que se tratase, estuviera en algún sitio con interés geográfico, cultural, o lo que fuera. Si estaba lejos y tenía buen clima, mucho mejor, pero con que fuera otro sitio, solía ser bastante.
Así, proyectos y obras en California, Malasia, Lisboa, Santo Domingo y Haití, se convirtieron en destinos desde donde aprovechaba el tiempo libre para visitar lo que de interés había alrededor.
Jubilado ya, sabe que no volverá a ser contratado en destinos exóticos, pero la curiosidad y las ganas que todavía tiene de viajar, espera que le lleven a esos destinos que no conoce, pero que no se le borran de la lista que, en su imaginario, todo viajero mantiene.
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