Carlos Páez Vilaró (Montevideo, 1923 - Punta Ballena, 2014). En su juventud partió hacia Buenos Aires, donde se vinculó a las artes gráficas como aprendiz de cajista de imprenta. De regreso en Uruguay, motivado por el candombe y vinculado con la vida del conventillo Mediomundo, pintó sus motivos, compuso para comparsas lubolas, decoró tambores, y buscó imponer ese ritmo dentro de la vida cultural uruguaya. Pintó también lavanderas, velorios, navidades, mercados y bailes a la luz de la luna. Agotado el tema, partió hacia Brasil, desde donde inició un largo viaje a través de todos aquellos países en los que la negritud tenía una fuerte presencia: Senegal, Liberia, Congo, República Dominicana, Haití, Camerún, Nigeria A lo largo de ese recorrido, pintó centenares de obras, realizó múltiples exposiciones y dejó su sello en monumentales murales. Se volcó a la pintura, a la escultura, a la cerámica y al cine. Conoció a Picasso, Dalí, De Chirico y Calder en sus talleres y vivió con el doctor Albert Schweitzer en el leprosario de Lambaréné. Integrando la expedición francesa Dahlia, realizó en África el filme Batouk, elegido para clausurar el Festival de Cannes de 1967. Dos años más tarde volvió a presentar allí su nuevo filme Pulsation, con música compuesta especialmente por Astor Piazzolla. Radicado finalmente en Punta Ballena vivió en Casapueblo, su escultura habitable, modelada con sus propias manos sobre los acantilados que dan al mar.
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