Eduardo Garrigues ha sabido compatibilizar la carrera diplomática con su vocación literaria y su pasión por los grandes espacios.
Los vibrantes paisajes del continente africano le han servido de marco para desarrollar Lluvias de hierba (publicada por Mc Millan y Planeta) y La Dama de Duwisib (mr), cuya protagonista, Jayta Humphreys, llega al Sudoeste africano en busca de la soledad de una finca en el desierto y se encuentra atrapada en el conflicto entre la población nativa y la sociedad blanca, que quiere mantener a toda costa los privilegios del sistema colonial.
Con El mal de África, Garrigues vuelve a los escenarios familiares del desierto del Kalahari y del sabor agridulce de las bebidas con que los antiguos señores coloniales ven desaparecer un mundo pintoresco y privilegiado cada vez que la bola del sol se hunde en el horizonte. En una relato que se sitúa en un fascinante equilibrio entre el mundo de la fantasía y el de la más cruda realidad, el narrador se pregunta si lo que se conoce como el «mal de África» podría consistir solo en la intensificación de la percepción sensorial combinada con un embotamiento progresivo de la capacidad intelectual.
Cuando España declaró en 1779 la guerra contra Gran Bretaña para ayudar a los Estados Unidos a ganar su independencia, el rey Carlos III le encomendó a Bernardo de Gálvez la difícil misión de recuperar las fortalezas de los ingleses en el Golfo de México, de las que la más importante...
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