Bajo el pseudónimo de Floyd Missoula se oculta un jubilado con residencia en la siempre noble e inmortal ciudad de Zaragoza. El pistolero de Stalin es su primera novela, lo que no quiere decir que acabe de escribirla. Realmente esta historia comenzó el 6 de Marzo de 1953. Floyd era un niño, ese día era sábado, no había colegio y se encontraba en casa. Stalin, el siniestro dictador, había muerto el día anterior, y ese sábado se dio la noticia en España a través de la radio.
Durante toda la mañana se estuvo hablando machaconamente de la muerte del criminal Stalin. Floyd no sabía quién era y le preguntó a su madre. Le contestó que era un hombre de hierro muy malo, muy malo, que tenía sometida y oprimida a toda la población de Rusia, lo cual era cierto. Desde ese día, el joven Floyd sintió una atracción hacia la nación rusa. Al igual que hay personas que coleccionan sellos, monedas o latas de cerveza, el joven Floyd comenzó a guardar toda clase de informaciones que caían en sus manos relacionadas con el tema ruso. De esta forma consiguió conocer extensa y profundamente la historia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, así como la de sus principales protagonistas. Al jubilarse, gracias al material acumulado, ha podido cumplir su sueño de ver plasmada esta historia en un libro.
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