Cuando emprendo nuevos "proyectos", mi cerebro tiene la capacidad de llenarse literalmente de todo tipo de hechos, filtrarlos inmediatamente y clasificar todos los insignificantes e ignorarlos en gran medida. Los hechos importantes los enlazo de la forma más lógica e impecable posible, como un jugador de ajedrez. Aquí es donde reside mi verdadera fuerza, tanto por el gran número de unidades de este tipo como por el escaso número de errores. Una vez que el "proyecto" está completo a mi satisfacción, entonces "nace el niño" y olvido deliberadamente todos los hechos y detalles, mi cerebro se borra y formatea como la memoria de un ordenador para dejar sitio al siguiente proyecto y a las siguientes unidades lógicas. Pero, por supuesto, las palabras clave son suficientes para volver a recordar lo olvidado si es necesario, aunque esto lleva su tiempo.
Así que mi punto fuerte no reside en una memoria fotográfica a largo plazo de todas las cosas que he abordado en mi vida, sino en almacenar con paciencia infinita en mi memoria a corto plazo todos los datos relevantes para el problema que me interesa en ese momento, en afinar y refinar constantemente las ideas y las conclusiones. Por eso no soy el tipo de persona que responde a una pregunta complicada a la velocidad del rayo. Me tomo mi tiempo para escudriñar y pensar las cosas, y mis respuestas son correspondientemente profundas. En consecuencia, quien ponga en duda o ataque mis opiniones y soluciones a los problemas, que he encontrado con tanto esfuerzo, lo tiene difícil. No porque sea terco, sino porque todas mis opiniones y convicciones tienen fundamentos muy arraigados.
Se trata de un análisis novedoso, una exposición por primera vez de las verdaderas causas y una sensacional solución inmediata (que yo llamo con razón un "truco") a nuestros problemas económicos, monetarios y financieros, una solución que no sólo puede aplicarse en un tiempo sensacionalmente...
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