"Cuando tenía dieciocho años quería ser filósofa. Como en aquella época creía que “pensar no aporta nada a la humanidad”, escogí una profesión concreta que “ayuda a los demás”, la medicina. Llevo sesenta años deambulando por este planeta, en busca de lo absoluto, experimentando alternativamente los papeles de médica, empresaria, madre, autora, conferenciante… en varios países. Y después de este gran viaje, vuelvo a casa; lo absoluto está aquí esperándome. Está dentro de mí, en mi interior. Toda esta evolución me llevó a la solución que buscaba: la soberanía individual. Me di cuenta de que la única autoridad verdadera es interior; que la autoridad suprema, la soberanía, está en el interior de cada individuo; que tan sólo la persona es soberana… y divina. Dejé entonces de pelearme con las autoridades exteriores y de querer cambiar el mundo. Terminé con mi papel de salvadora. Y aprendí a cambiarme a mí misma y a obedecer a mi alma y conciencia. Llegué a la conclusión que la verdadera divinidad es interior, inherente a todo. La vibración original, creadora del universo, está en el interior de cada persona. La llamé Diesa". Ghislaine Saint Pierre Lanctôt.
«Para realizar mi sueño hice la carrera de medicina. Durante varios años estuve convencida de seguir el buen camino. La realidad me demostró lo contrario. Los pensamientos y emociones, esos invisibles e impalpables traidores, boicoteaban insidiosamente mi riguroso trabajo científico....
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