Icíar de Alfredo García-Augustin (Madrid, 1969) cuando era pequeña, soñaba con ilustrar cómics como los de El Corsario de Hierro, Astérix y Obélix o Esther y su mundo, sus personajes favoritos. Quería contar sus aventuras. Siempre le gustó dibujar y escribir, pero estudió Derecho, una carrera con la que le sería más fácil encontrar trabajo. Años más tarde nacieron sus dos hijos, y en ellos encontró la inspiración.
Escribió por su cuenta durante un tiempo, hasta que entró en contacto con la Escuela de Escritores, donde compartió ideas, relatos y escenas de novela con un montón de profesores y alumnos que se convirtieron en amigos y compañeros de ruta. Junto a ellos empezó a disfrutar de verdad. Entonces su hija mayor enfermó y, en ese instante, la escritura se convirtió para ella en algo tan necesario como respirar.
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