X se inclinó sobre aquel cuerpo con la expresión de lo escrito en su rostro. Rodeó su cintura con el fervor del lenguaje. Puso en cada pezón, de un suave y cálido rosado, un acento, como coronación a la exquisitez de tanta hermosura. Luego se pasó toda la noche como oculto y leyendo...
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