El Celeste Imperio era una tienda de antigüedades chinas ya desaparecida del barrio gótico de Barcelona. Su madre solía pasar por delante al ir a comprar y él siempre quería entrar, convencido de que allí encontraría la lámpara de Aladino. Leyó cuentos, historias, novelas y más historias sobre ese imperio tan lejano y, poco a poco, el Extremo Oriente fue convirtiéndose en su refugio de aventuras imaginarias, y no tan imaginarias. Ingeniería, finanzas y otros estudios lo llevaron a la Universidad de Berkeley, en esa California donde acaba Occidente y vuelve a empezar Oriente. Luego, la vida lo llevó a Taiwán y, en medio del Asia moderna que ruge frenética, una vieja casa china le dio un remanso de tranquilidad y armonía. Ha leído el libro de Lao Tse, ve pasar los años sin ansia y escribe historias de China.
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