José María de Pereda (Polanco, 1833-Santander, 1906) pasó la mayor parte de su vida en Cantabria, espacio al que se vincula profundamente su obra literaria. Estudiante irregular, en 1852 se trasladó a Madrid para intentar el ingreso en Artillería, pero se sintió más atraído por la animada vida de la capital. Regresó a Santander en 1855 y empezó a colaborar en la prensa local y a escribir, sin demasiado éxito, obras teatrales. Su trayectoria se inicia con Escenas montañesas (1864), que le abrió las puertas de los periódicos madrileños y el contacto con escritores a nivel nacional. A principios del decenio de 1870 fue diputado carlista en Cortes, aunque acabaría regresando una vez más a Santander, donde sostuvo desde entonces una actividad literaria reconocida (El sabor de la tierruca, 1882; Sotileza, 1885, entre otras novelas suyas), con una reputación que se situó solo por debajo de las de Valera o Galdós. El suicidio de uno de sus hijos en 1893 lo marcó profundamente: tras completar con gran dificultad Peñas arriba (1895), escribió muy poco más. Fue miembro de la Real Academia Española desde 1896.
Pereda, en su juventud, antes de decantarse hacia el género de la novela, escribió varias obras dramáticas, entre ellas tres libretos de zarzuela. Algunas de estas obras se recogen en este libro que recopila textos escritos entre 1858 y 1879.
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