Una vez, siendo niño, me fabriqué un remedo de ese maravilloso artilugio óptico, un calidoscopio. Se me pasaban las horas con un ojo pegado al extremo del cañuto. Imágenes y colores, en maravilloso destello, iban mezclándose ante mi asombra mirada. Hoy, en el libro que tienes en...
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