—¿Me quieres?
—Sí. Aunque hagas todo a tu alcance para que no te quiera.
—¿En serio?
—Sí. A veces, me empujas al borde del precipicio.
—¿No será más bien que ahí te encontré?
—¿Qué quieres decir? ¿Que me salvaste?
—¡Cómo eres, eh! No. Me refiero a que te gustan los riesgos.
—¿Como...
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