En este libro los relatos resultan chocantes, imprevisibles y sorprendentes, y hacen pensar un poco sobre lo absurda que es la vida en ocasiones.
Lo único que se puede contar de Lorenzo Chaparro (Madrid, S. XX) es que escribe desde que un día descubrió que disfrutaba con ello, intentando a lo largo de los años publicar sus escritos. Sin conseguirlo, por supuesto.
Proverbialmente hablando, hay tres cosas que un hombre debe hacer antes de enfrentarse a la muerte: tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol. Pero si al hijo no se le educa, al árbol no se le riega y el libro no se publica, será como si no hubiéramos hecho nada.
El autor confiesa que le hubiera gustado educar muchos árboles, publicar muchos hijos y regar muchos libros. Pero no ha sido así, lo único que puede decir desde el punto de vista literario, es que su biografía comienza ahora.
Ya habrá tiempo para los hijos y los árboles.
Circula por internet una anécdota (no se sabe si cierta o no) sobre el grave accidente que sufrió una anciana mientras iba por la calle leyendo su smartphone, al caer, de improviso, en una zanja abierta por el Ayuntamiento. Convendrán conmigo que esta historia, completamente absurda,...
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