“Se asomó a una ventana y, aterrorizado, contempló cómo un transporte de tropas blindado se acercaba por la calle y se paraba delante del Sindicato. Al abrirse las puertas, bajó un pelotón de hombres armados, mirando a lo alto. La sangre del gordo, se heló en sus venas. Hubiera jurado...
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