Maruja Torres nació en 1943 y, desde entonces, intentó seguir viva, escribir mucho mucho mucho —y de todo— haciendo periodismo (ganó algún que otro premio) y publicar unos cuantos libros, entre novela y autoficción (también obtuvo el Planeta y el Nadal). Llegó hasta donde pudo haciendo lo que mejor sabía: fijarse mucho. Si queréis saber más, investigad, que así se aprende. Lo que más le costó es encontrarle sentido a todo esto. No lo consiguió, pero por el camino se divirtió bastante y comprendió que hay que reírse hasta el final. Es una tuitera muy activa, entre otras adicciones bien llevadas. Le gusta la conversación, y este libro último, no se sabe si póstumo, consiste en eso: hablar con todos y de todo. Todas, todos y todes, faltaría más. El Barrio Chino, hoy Raval, en donde creció, la hizo muy inclusiva.
«Manuela y yo somos de la misma quinta, le llevo once meses. Y, para mí, verla abrazarse con la juventud, asistir al salto que han dado mi generación y la de los jóvenes que la siguen con la regeneración de la vida pública como meta, es un regalo, un verdadero estímulo para lo que...
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