Pompeyo Iváñez nació en Tibi, creció en Ibi y se llama Pompeyo. No de buena familia, sino de extraordinaria, tuvo una infancia feliz y plena de descubrimientos, entre montañas y bosques, siempre a un paso del Mediterráneo.
Con nueve años, en un concurso de redacción le regalaron Los ojos del hermano eterno de Stefan Zweig, que le permitió entrar en la dimensión interminable de la literatura, donde, muchas décadas después, sigue disfrutando como aquel niño y cosechando amigos, sin reparar en continentes o siglos.
En lo que respecta a la dimensión del espacio tiempo, entre estudios y trabajos, deambuló por numerosas ciudades, hasta asentarse en Valencia, ciudad de la dama a la que dedica esta novela.
Un poemario escrito viviendo en Madrid lo tituló Desde el mar allá, lo que da idea de su querencia por el Mare Nostrum.
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