Palenque, 1952. Un calor húmedo y sofocante impregna la selva. A la sombra del Palacio, Alberto Ruz Lhuillier divisa cómo avanzan los trabajos en el Templo de las Inscripciones. El arqueólogo tuvo que esperar cuatro años para completar ese descenso que aguardaba bajo los escombros...
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