Toni Bairon nació en un decimotercer piso de la avenida Meridiana de Barcelona y se educó en un colegio jesuita del Eixample en el centro de Barcelona. Estuvo a punto de estudiar psicología pero se dejó llevar por sus tutores y amigos y empezó derecho. Aguantó las sopas casposas del derecho natural durante apenas dos años y finalmente se pasó a estudiar filología catalana. Siempre fascinado por la literatura, el cine, los cómics, las series de televisión y el teatro. Soñó con ser escritor, guionista e incluso director de cine. Mientras estudiaba y trabajaba con contratos temporales escribió tres novelas en catalán y tres novelas en castellano. A los veintimuchos empezó a trabajar con un contrato indefinido en una empresa multinacional, se casó, se hipotecó, tuvo tres hijos, dejó de escribir, coqueteó con el mundo paranormal, enfermó, y volvió a escribir. Para Toni, escribir es lo más cercano a pasear. Y paseares bordear los precipicios con una bolsa de palomitas. Podría daros como influencias el ligero sabor a cerveza barata de las palabras de Charles Bukowski, el narcisismo falsamente autodestructivo de Jaime Bayly, el vacío existencial de algunos versos del poeta catalán Joan Vinyoli, la sofisticación sentimental victoriana de E.M. Forster, los ensayos de Noam Chomski. Pero sobretodo Toni está marcado por la muerte de su primera perra, la lucha por erradicar las desigualdades sociales, la guerra de Irak, la homofobia, la muerte de su abuelo paterno, la crisis económica del 2008 y los buitres carroñeros del mundo paranormal. Ahora, atónito y con un sentimiento de culpabilidad acuciante por la actitud de la comunidad europea ante las oleadas de refugiados que intentan entrar en Europa, Toni escribe el dietario de un cuarentón, un refugiado sentimental que busca asilo en el país de la literatura.
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