Vicente Florencio Carlos Riva Palacio Guerrero fue un político, militar, jurista y escritor mexicano, nacido en la Ciudad de México el 16 de octubre de 1832, hijo de Mariano Riva Palacio, abogado defensor de Maximiliano de Habsburgo. A los quince años de edad, en pleno periodo de la invasión norteamericana, formó parte de una guerrilla en contra de los invasores.
Más adelante, participó en la publicación de los periódicos La Orquesta, y La Chinaca, opuestos a la perspectiva conservadoraContra la invasión francesa
Durante la Segunda Intervención Francesa en México organizó una guerrilla por su propia cuenta para unirse a la lucha con el general Ignacio Zaragoza. Tomó parte en varias acciones militares, entre ellas, la batalla de Barranca Seca y la caída de Puebla. En 1863, siguió a Benito Juárez a San Luis Potosí y fue nombrado gobernador del Estado de México, donde se reagrupó y reúne tropas para realizar las tomas de Tulillo y Zitácuaro.
En 1865 fue nombrado gobernador de Michoacán. A la muerte del general José María Arteaga se le confirió el mando de general en jefe del Ejército Republicano del Centro y al término de la campaña republicana en Michoacán, entregó las tropas a su mando al general Nicolás Régules. Logró organizar una nueva brigada, con la que asaltó la ciudad de Toluca y con la que después participa en el sitio de Querétaro.
Al mismo tiempo de su actuación militar editó los periódicos El Monarca (1863) y El Pito Real. Compuso los versos del himno burlesco Adiós, mamá Carlota (una paráfrasis de Adiós, oh patria mía, de Ignacio Rodríguez Galván), mismo que cantaran treinta mil chinacos en Querétaro durante el viaje de Maximiliano al fusilamiento.
En 1883, fue detenido y llevado a la Prisión Militar de Santiago Tlatelolco por ir en contra del gobierno de Manuel González, "El Manco", en ese entonces presidente de México. En aquella prisión escribió gran parte del segundo tomo, Historia del virreinato (1521-1807) de México a través de los siglos, obra por él coordinada.
En 1885, tras la publicación de su libro Los ceros, desaparecieron las aspiraciones presidenciales que tenía, quedó desterrado "honorablemente" por Porfirio Díaz y se le nombró ministro de México en España y Portugal. Murió en Madrid el 22 de noviembre de 1896. Sus restos fueron repatriados en 1936 para ser depositados en la Rotonda de las Personas Ilustres.
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Ronda de clásicos mexicanos
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El teatro representó durante el siglo XIX en México, como en muchos otros países, algo más que un entretenimiento de evasión: era realmente el centro de las actividades de convivencia social de diversas clases, el lugar desde donde muchos intelectuales querían formar a sus espectadores para volverlos ciudadanos, escuela de costumbres, tribuna de ideologías, catalizador de fantasías y crisol para la forja de nuevos sueños y realidades. Si en cierta época se menospreciaba al repertorio mexicano decimonónico por tacharlo de evasivo y ajeno a los grandes temas de su momento, hoy nos damos cuenta de que los dramaturgos de entonces se valieron de estas supuestas evasiones para disfrazar sus críticas y ataques contra situaciones y personajes contemporáneos, aunque se vieran en escena situaciones y personajes medievales, prehispánicos o virreinales. Las piezas breves que conforman este volumen tienen su valor intrínseco que amerita mantenerlas en escena incluso hoy en día, así como en su tiempo tuvieron su oportunidad como parte de los variopintos números de los largos programas ofrecidos en cada función teatral. En Temporal y eterno, Vicente Riva Palacio y Juan A. Mateos exponen, mediante un divertido enredo entre un joven seminarista y tres alegres hermanas, la hipocresía de muchos falsos devotos, adaptando con éxito el tema del Tartufo de Molière a la realidad mexicana de la Reforma. Por su parte, José Peón Contreras demuestra en Gil González de Ávila su maestría en la construcción dramática, que le valió mantenerse en el gusto del público durante dos décadas, además del manejo de los valores habituales del honor y la fatalidad que afrontan los héroes románticos en vertiginosas acciones de capa y espada. Viniendo de picos pardos es un juguete muy ameno de Manuel José Othón, más recordado como uno de los grandes poetas mexicanos del siglo XIX, pero que también cosechó triunfos en la escena; este monólogo se basa en la gracia que genera un joven recién casado para que su esposa lo perdone después de una noche de juerga. El fandango de los muertos, de Constancio S. Suárez, hace honor a las formas del teatro y la cultura más populares, al exponer la prolongación de los pleitos familiares hasta el panteón, adonde un recién fallecido se vuelve a reunir con su suegra. Inmerso en la iconografía creada por José Guadalupe Posada en un ambiente que evoca el Día de Muertos, este sainete cierra el siglo XIX y redondea los méritos del repertorio de su dramaturgia breve, los cuales justifican sin duda la presente antología.
Título : Teatro mexicano breve del siglo XIX
EAN : 9786070723292
Editorial : Planeta México
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