Esta pequeña novela es sólo eso, una novela y, por lo tanto, pura invención de mi fantasía, quizás calenturienta, quizás no tanto pero de todas formas, una ficción. Responde, eso sí, a un interés casi innato por el misterio de la mente, entre otras cosas, porque la mía fue para mí durante más de la mitad de mi vida, un prodigio de desencantos, frustraciones y mayúsculas confusiones. Nada de lo que yo “veía” -no sé si en ella o con ella- encajaba con lo que los demás veían o interpretaban de la vida “real” de cada día. Lo que para mí era evidente y constituía la base natural de mis opiniones, era ininteligible y chocaba, como contra una pared de piedra, con las opiniones de mis interlocutores - otros niños cuando era niño, otros adolescentes cuando adolescente, otros adultos cuando adulto y, hasta hoy, con los de mi edad. Era como si a lo largo de mi vida, me hubiera movido en una banda sonora que no hacía sintonía con la de los demás humanos que hablaban mi mismo idioma. O yo era un extraterrestre. O mis palabras se convertían en sonidos interferidos por bandas magnéticas, irreconocibles. Así que nunca pude tener razón. Y yo no podía hablar más que de lo que veía y como lo veía y comprendía. Sólo la realidad me daba la razón en más o menos tiempo cuando sucedía lo que yo sabía que tenía que suceder o la solución de algún problema era la que yo había “visto” y propuesto. Y para entonces, ¿qué importancia tenía? ¿Para qué me servía ya? Así empezó todo. Escribir algo sobre las cosas de la mente, quiero decir. Algunas. Algo, al menos.
Siempre me impresionaron las discapacidades mentales pero nunca me dediqué a ellas, no por falta de ganas o vocación sino porque las circunstancias de la vida me llevaron por derroteros inesperados que nada tenían que ver con aquellas. Pero las observaba y pensaba sobre ellas. De esas observaciones se fue asentando en mí la idea y luego la convicción de que su mente estaba en otro lado, en otra dimensión, incólume pero que por alguna razón, no se comunicaba con el cerebro biológico y todo el organismo, el cuerpo, pues, lo resentía. La inteligencia estaba mermada aunque debía de tener alguna actividad, imposible de conocer o adivinar hasta qué punto y de qué calidad. Pero se asomaba a los ojos de muchos de ellos. Una mirada llena de misterio, inquietante, muy parecida a la de un infante, inexpresiva pero inmensamente intensa. Y ella me hablaba de una inteligencia activa, inquisitiva, como si viera algo inesperado, secreto en la mente de quien la miraba. No podía expresarse por medio de los instrumentos biológicos normales pero estaba allí presente. Y yo me preguntaba qué habría en ella, qué pasaba por ella. Era verdaderamente intrigante. En ciertos casos específicos hasta sentía una afinidad con ellos, si analizaba mi propia mente y cómo trabajaba -o no trabajaba- mi inteligencia. Me parecía sólo una cuestión de grado la posible diferencia.
Bastante más tarde, cuando estudié sicología social y, mucho más tarde todavía cuando descubrí las “leyes” que rigen la “topología familiar”, como yo la llamo, encontré posibles nexos entre los problemas sicológicos de cada uno de los puestos en que cada uno de los miembros nacía, con la aparición de determinadas disfunciones o deficiencias mentales, aún de nacimiento. Eso, si no existían lesiones cerebrales comprobadas o evidencia de problemas genéticos confirmados. Si los había, eran caso aparte y ya no me ocupaba de ellos por parecerme irreversibles. Pero si no los había, me había ido convenciendo de que si se cambiaban las condiciones del ambiente familiar, generalmente, de una alto grado de violencia intrafamiliar, podría ser posible alcanzar una mejoría significativa en el paciente, si no, casi una curación. Tanto la violencia verbal como la física, o ambas, podían determinar o provocar en alguno de los miembros de la familia algún tipo de síndrome mental, o de desajuste entre la mente y el cerebro biológico. Los hay de muy diversos tipos y grados de gravedad. La mente, en estos casos, se refugia en la dimensión que le es propia por naturaleza y rechaza de plano la realidad exterior por un miedo cerval que, en algunos casos, viene almacenado ya desde el útero, confirmado y experimentado luego en sus dos o tres primeros años de su vida, en carne propia.
Desgraciadamente, como digo, no pude ocuparme de ello científicamente por medio de investigaciones y experimentos desde el punto de vista puramente sicológico, como me hubiera gustado y se quedó todo así; como opiniones surgidas de la observación pero sin soporte científico alguno, es decir, como agua de borrajas. Mi vida y mi propia evolución que se tomó todo el tiempo del mundo, fue discurriendo por afluentes que fluían contra corriente y me llevaban más y más lejos de su desembocadura en el río principal. Cosas de la vida.
Bueno, pues todo este laberinto de pensamientos, deducciones e hipótesis constituye la materia prima de esta noveluca y en ella plasmo y desarrollo mis conjeturas como si me hubiera pasado la vida investigándolas y este fuese su resultado. Dándome a mí mismo la razón, claro.
Por lo demás, sólo conocí a un autista en mi vida y ya demasiado tarde, no hace tantos años. Lo traté muy poco. Tenía él diecisiete años cuando me pidieron que lo diagnosticara. Fue una experiencia verdaderamente reveladora para mí y me confirmó en la idea y conjetura, a título personal, desde luego, de que la violencia intrafamiliar juega un papel importante en el, si no el origen, sí en la aparición y desarrollo de su estado. El inspira la razón y el punto de partida de esta obra, al menos de la primera parte de ella, pero nada tiene que ver con el personaje de la misma, por supuesto. Todo lo demás, es simplemente “wishful thinking”, algo así como soñar despierto o pensar lo que se desea. Una golondrina no hace verano, claro está. No he estado jamás en un hospital y mucho menos, en uno siquiátrica. El Dr. Obote es negro porque viví un año en Nigeria y me fa
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Título : SIN APENAS CUERPO
EAN : 9788498862836
Editorial : Vision Net Distribuciones
Fecha de publicación
: 1/1/09
Formato : PDF
Tamaño del archivo : 3.02 mb
Protección : Adobe DRM
El libro electrónico SIN APENAS CUERPO está en formato PDF
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